Aquel invierno triste, el cual lo pase sentada en mi silla
de escritorio viendo como las horas pasaban, viendo como tú no estabas, viendo
que yo ya no te importaba. Aquel invierno triste, lo pase pensando en ti, en cómo
me arropabas, en cómo me consolabas, en como tus abrazos me calentaban, en como
tus miradas me reconfortaban, en que tus brazos eran mi abrigo y yo no necesitaba
nada, en cómo me hacías reír mientras lloraba, en cómo me cogías la mano cuando
mirábamos la lluvia a través de la ventana, en cómo me hacías sentir amada, deseada…
También he pensado que en que aquel invierno triste en el que lo único que
necesitaba era sentirme amada y me destrozaste y me dejaste abandonada.
En aquel invierno triste yo perdí cualquier esperanza… la de
ser amada, deseada, apreciada, valorada. Perdí la esperanza en el amor, en las
promesas y en lo “para siempre”. Perdí la esperanza de encontrar a alguien que
me quisiese. Perdí también la fe en la
gente, perdí las ganas de vivir, de escribir, de soñar, de volverme a ilusionar
y tan solo lo perdí todo por perderte. O eso parecía aparentemente, mi mundo se
acababa, yo estaba sin fuerzas y sin ganas, simplemente en mi silla de
escritorio desolada.
Y pues este invierno ha sido diferente, ha pasado un año
desde entonces y ahora nada es como antes, todo ha cambiado, sobretodo mi
mente. Yo he cambiado tanto que mi yo del pasado es un desconocido totalmente y
tan solo ha pasado un año desde aquel invierno. Y pues este invierno he
disfrutado de esas tardes acompañada por mi soledad y por mi música. He
disfrutado de las noches viendo series y películas y hablando con gente la cual
me importa y conociendo a nuevas personas. También he disfrutado con los nuevos
recuerdos que este año he creado, no aparece ningún amor posesivo, aparece
gente que son un amor y que me hacen reír y disfrutar, que me abrazan y me
hacen sentir genial. Me he sentido amada, valorada y deseada por muchas
personas. Este invierno he podido disfrutar del placer del frío y es mucho
mejor sin tus cortantes vacíos, no he echado en falta tus abrazos porque ha habido
gente que me los ha dado cuando los he necesitado.
Por cierto ya no temo a la soledad, no temo a quedarme sola
sin nadie, ya me he dado cuenta que no necesito a ningún príncipe que me proteja,
ni que me salve. Me he dado cuenta que los cuentos de princesas tan solo son
cuentos y de que no necesito a nadie, me necesito a mí misma. Y este año he
aprendido a estar sola, a superar mis miedos y a quererme, a disfrutar del
silencio, de la soledad y del frío del invierno. Ahora mis temores son mis
alianzas, tú ahora para mí no vales nada. Ahora mis temores son mi fortaleza,
ahora el invierno me acompaña y no tengo a nadie en mi cabeza.